Never Let Me Go
Kazuo Ishiguro ofrece algo que pocos autores logran: un viaje emocional contenido pero poderoso. Su obra no busca explorar grandes dramas o temas controversiales, sino busca hurgar sobre las verdades incómodas de los seres humanos. Su novela Never Let Me Go presenta lo potente de la normalidad humana en aceptar un destino distópico y brutalmente atroz. Ishiguro te deja con la pregunta de qué significa vivir plenamente cuando tu destino ya está sellado de antemano.
El libro se desarrolla siguiendo las memorias de Kath, quien busca entender las cosas a lo largo de su vida en Hailsham. A simple vista, parecen situaciones cotidianas, infantiles y triviales pero luego, revelan ser un peso emocional profundo en ella. Ishiguro escribe con un estilo discontinuo, haciendo y deshaciendo recuerdos. Así, logra que conectemos con una memoria real, imperfecta. Asimismo, resalta como siempre los seres humanos estamos predispuestos a recordar con añoranza los mejores momentos de nuestro pasado y simplemente dejar atrás lo negativo. Con ello, pese a tener un contexto distópico (no revelado aquí), Kath permite que nos proyectemos en ella debido a que su dolor, nostalgia y deseo de comprender el mundo en el que vive y vivió repercute siempre con nosotros.
El triángulo de los personajes más importantes del libro; Kath, Tommy y Ruth, va más allá de una simple amistad juvenil, presenta un amor contenido, torpe pero auténtico. Pese a las situaciones que atraviesan, los personajes nunca pierden la capacidad de amarse o cuidarse entre ellos, como un sentimiento innato al que sólo le faltó más tiempo. La narración fluye con esta misma coherencia emocional, donde los detalles mínimos dicen mucho. Ishiguro se encarga de que a través de frases simples se escondan las verdades incómodas que uno quiere evadir. Lo más duro de la obra no es como se desarrolla el final, sino la forma en que los personajes buscan nunca perder a los que aman.
«The problem, as I see it, is that you have been told and not told». Dentro de su mundo, lo trágico no es la verdad que permanece escondida, sino es cómolos personajes terminan lidiando con esta misma. No es una obra de rebelión, es todo lo contrario. Ishiguro busca retratar la naturaleza humana de resignarse, aceptar y resistir pasivamente casi con cariño a la rutina, a lo que te da sentido. En definitiva, Never Let Me Go incomoda y obliga a los lectores a mirar de cerca lo que tanto preferimos ignorar: la abnegada aceptación y fragilidad de nuestras certezas.